En el corazón de Buenos Aires, el misterio que envuelve la muerte del fiscal Alberto Nisman persiste, manteniendo a la sociedad argentina en vilo nueve años después de aquel fatídico 18 de enero de 2015. Nisman, encargado de la investigación del atentado a la AMIA de 1994, fue encontrado sin vida en su domicilio en el exclusivo barrio de Puerto Madero. El hallazgo se produjo horas antes de que presentara una denuncia contundente contra la entonces presidenta, Cristina Fernández, y otros altos funcionarios, acusándolos de encubrir a ciudadanos iraníes implicados en el atentado.

La memoria de Nisman es honrada cada año por la AMIA, que reafirma su compromiso con el esclarecimiento total de su muerte y continúa exigiendo justicia por el ataque a su sede. A pesar de que inicialmente se investigó como un suicidio, en junio de 2018, la Cámara Federal de Casación Penal reclasificó el caso como homicidio. No obstante, la sociedad argentina permanece dividida respecto a la verdadera naturaleza de su muerte.

En el ojo del huracán se encuentran varias figuras: desde su asistente más cercano, Diego Lagomarsino, acusado de ser cómplice necesario por haber prestado su arma a Nisman, hasta sus cuatro guardaespaldas. Las complicaciones en la investigación, las sospechas de espionaje y el presunto uso de recursos estatales con fines oscuros han transformado este caso en una trama digna de una novela de intriga.

Iara Nisman, hija del fiscal, en una entrevista reciente con Clarín, expresó su escepticismo sobre la resolución del caso, apuntando a la demora en la investigación, los intereses políticos involucrados y la actuación inicial de los investigadores. Aunque no alberga grandes expectativas, Iara nunca ha dudado de que su padre fue víctima de un asesinato, una convicción basada en su conocimiento profundo sobre la personalidad y principios de su padre.

El contexto de esta trágica historia incluye la acusación de Nisman contra la exmandataria y su gobierno, días antes de su muerte, por firmar un acuerdo con Irán. Según Nisman, este acuerdo buscaba mejorar las relaciones comerciales a cambio de aliviar la presión judicial sobre altos funcionarios iraníes y miembros de Hizbulá implicados en el atentado. A pesar de que Cristina Fernández siempre negó este "pacto", la causa fue reabierta en septiembre de 2023, tras un breve sobreseimiento en octubre de 2021.

El caso Nisman es un laberinto de intrigas, acusaciones y teorías que sigue sin resolverse. La lucha por desentrañar la verdad continúa, no solo por la memoria de Nisman y la justicia por su trágico final, sino también por la necesidad de respuestas y justicia para las víctimas del atentado a la AMIA y sus familiares, y para la sociedad argentina en su conjunto. A pesar de los años transcurridos, la demanda de verdad y justicia permanece más vigente que nunca.