En el mundo de la ciencia, el talento femenino es abundante pero enfrenta un desafío constante: la retención a lo largo de las carreras investigadoras. Aunque muchas mujeres comienzan con entusiasmo y dedicación, la inestabilidad y la subvaloración de esta carrera provocan que algunas abandonen. Marina Betancor Caro simboliza esta problemática al tomar la decisión de dejar la ciencia tras completar su doctorado, destacando la inestabilidad y la baja remuneración como factores decisivos.

El concepto de la "tubería que gotea" ilustra cómo, pese a un inicio prometedor, la presencia femenina disminuye progresivamente en las etapas avanzadas de la carrera científica. En España, a pesar de que casi la mitad del personal investigador joven son mujeres, su permanencia en la ciencia es significativamente menor en comparación con sus colegas masculinos, especialmente en áreas STEM.

La falta de estabilidad postdoctoral y las exigencias familiares se presentan como obstáculos principales. Marina Betancor relata cómo un contrato de investigación temporal y un salario reducido la impulsaron a buscar alternativas fuera de la ciencia. Rocío de Torre Ceijas, por otro lado, narra su transición de la biología a la consultoría y la educación, influenciada por decisiones familiares y personales.

Estas historias reflejan un problema más amplio identificado por el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación de 2021: la carrera investigadora es inherentemente inestable, altamente competitiva, y demanda un grado de movilidad y dedicación que afecta desproporcionadamente a las mujeres, especialmente aquellas con responsabilidades familiares.

La maternidad marca un punto crítico en la carrera de muchas investigadoras. Irene Pérez Ibarra comparte su experiencia de casi abandonar la ciencia debido a la falta de confianza y priorizar su familia. Este dilema es compartido por muchas científicas que se enfrentan a la difícil decisión de equilibrar su carrera profesional con la maternidad.

Ante esta situación, se han propuesto medidas para facilitar la integración de la vida familiar y la carrera científica. Estas incluyen reducciones en la carga docente para madres, así como iniciativas para crear un entorno más inclusivo y equitativo en el ámbito académico.

A pesar de los desafíos, hay historias de resistencia y éxito. Julia Herrero, física y profesora titular, representa un ejemplo de perseverancia, mostrando cómo es posible equilibrar la vida familiar y profesional con el apoyo adecuado.

A nivel nacional, el porcentaje de investigadoras en España sigue siendo menor que el de sus colegas masculinos, evidenciando una persistente desigualdad de género en la ciencia. Este "efecto tijera" se manifiesta a medida que avanza la carrera investigadora, con una disminución significativa de la representación femenina en los puestos más altos.

Las historias de Marina, Rocío, Irene y Julia son un testimonio de los retos que enfrentan las mujeres en la ciencia y subrayan la importancia de adoptar medidas que promuevan la igualdad de género en este campo. Aunque se han logrado avances, aún queda mucho por hacer para asegurar que el talento femenino no solo sea atraído, sino también retenido y valorado en la investigación científica.