Brasil enfrenta una escalada alarmante en los casos de dengue con más de 512,000 afectados en lo que va del año. Esta cifra no solo refleja un aumento drástico respecto al año anterior sino también pone en alerta a las autoridades sanitarias del país, especialmente durante la temporada alta de turismo que culmina a finales de febrero. En el corazón de Río de Janeiro, trabajadores sanitarios examinan desguaces en busca de aguas estancadas, potenciales criaderos del Aedes aegypti, el mosquito transmisor de esta enfermedad.

La lucha se intensifica en un momento crítico, justo antes del famoso Carnaval de Río, lo que llevó a la ciudad, junto a varios estados y a la capital, Brasilia, a declarar una epidemia de salud pública. Esta situación se agrava con el registro de 512,000 casos de dengue a nivel nacional, cifra que casi cuadruplica los casos del mismo periodo en 2023, y la investigación de 425 posibles fallecimientos por esta causa, con 75 confirmados hasta ahora.

El dengue es una infección viral que puede oscilar desde síntomas leves hasta cuadros graves que requieren hospitalización. Las condiciones climáticas de Brasil, con sus frecuentes lluvias y altas temperaturas, crean el ambiente perfecto para la proliferación del mosquito y, por ende, de la enfermedad. La mayoría de los criaderos se encuentran en propiedades residenciales, lo que subraya la importancia de la participación comunitaria en la prevención.

El Ministerio de Salud, junto a la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), ha emitido alertas tempranas sobre el potencial aumento de casos, atribuyendo este repunte a factores como el excesivo calor, las intensas lluvias y la posibilidad de que fenómenos como el cambio climático o El Niño estén influyendo. Además, la circulación simultánea de cuatro serotipos del virus, incluido uno que no se había visto en 15 años, complica aún más el escenario.

Ante este desafío, las autoridades han lanzado iniciativas como “10 minutos que salvan vidas”, buscando incentivar a los ciudadanos a eliminar el agua estancada en sus hogares y comunidades. Este esfuerzo se complementa con campañas de concienciación y la distribución de repelente durante eventos masivos como el Carnaval.

La situación del dengue en Brasil es un claro recordatorio de la complejidad de combatir enfermedades transmitidas por vectores en un contexto de cambio climático y urbanización. La batalla contra el dengue en Brasil no solo es contra el tiempo y el clima sino también contra la necesidad de una mayor conciencia y acción colectiva. La colaboración entre el gobierno, la comunidad científica y la población es fundamental para frenar la expansión de esta enfermedad y proteger la salud pública.