Ecuador se encuentra en una encrucijada crítica, enfrentando una oleada de violencia y crimen organizado que amenaza la estabilidad y seguridad del país. La situación actual rememora las épocas más oscuras de naciones vecinas como México y Colombia, generando una creciente preocupación a nivel nacional e internacional. Ante este panorama sombrío, es imperativo que Ecuador tome un camino diferente, aprendiendo de las lecciones del pasado y evitando repetir errores que han demostrado ser contraproducentes.

La prioridad inmediata para Ecuador es restablecer el monopolio legítimo de la fuerza, una tarea que implica fortalecer las instituciones de seguridad y defensa del Estado. Sin embargo, esta reconstrucción no debe ser a expensas de otorgar un poder excesivo a la fuerza pública sin los controles adecuados. La experiencia de países como Colombia y México ha demostrado que un enfoque desmedido en la militarización y en el fortalecimiento de la fuerza pública sin la debida supervisión puede conducir a un aumento de la corrupción, violaciones de derechos humanos, y una eficacia menguada en la lucha contra la criminalidad.

Un sistema de justicia eficiente y eficaz es fundamental para asegurar la seguridad en el país. Enfocarse únicamente en la presencia militar en las calles y en el encarcelamiento masivo no es la solución; más bien, estas acciones pueden tener efectos contraproducentes, como se ha visto en las cárceles de Ecuador, que se han convertido en centros de operaciones criminales. Por lo tanto, es esencial fortalecer y optimizar el trabajo de fiscalías y jueces, buscar medidas alternativas al encarcelamiento para delitos menores y no violentos, y mejorar los sistemas penitenciarios y programas de prevención de reincidencia.

Enfocar todas las políticas de seguridad y justicia en la lucha contra el narcotráfico ha demostrado ser una estrategia ineficaz. Mantener la idea de que la guerra contra las drogas es la solución ignora la vasta evidencia acumulada tras décadas de fracasos. Es crucial que Ecuador adopte un enfoque más estratégico, abordando la seguridad y el narcotráfico en sus justas proporciones, y siendo crítico y autónomo en la definición e implementación de su propia agenda de seguridad.

Ecuador tiene la oportunidad de liderar regionalmente en la búsqueda de nuevas soluciones y en la promoción de un cambio de paradigma en la política de drogas. Centrar los esfuerzos en áreas como el lavado de activos puede ser más efectivo para desmantelar organizaciones criminales. Además, Ecuador podría ser pionero en la exploración de mecanismos de regulación de ciertas sustancias y en liderar un cambio de enfoque en el control de drogas a nivel internacional.

Finalmente, es crucial que Ecuador evite caer en la trampa de políticas de mano dura que, aunque puedan parecer atractivas, han demostrado ser ineficaces y contraproducentes. La verdadera firmeza se encuentra en la implementación de políticas de seguridad integrales, sostenibles y respetuosas de los derechos y libertades. La seguridad no debe ser sinónimo de represión, sino de protección, confianza y prevención.

Ecuador se encuentra en un momento crítico. Las decisiones que tome ahora definirán no solo su futuro inmediato, sino también su posición en la región y en el mundo. La oportunidad de tomar un camino diferente está ahí; un camino que no solo aborde los síntomas de la violencia y el crimen, sino que también ataque sus causas profundas con un enfoque integral, justo y respetuoso de los derechos humanos. Ecuador tiene la oportunidad de mostrar al mundo que es posible un enfoque diferente y más eficaz en la lucha contra la criminalidad.