La sostenibilidad de un modelo económico y político se convierte en una discusión central en el contexto actual, marcado por la reciente asunción de un gobierno que ha generado tanto expectativas como controversias. La administración liderada por Javier Milei, caracterizada por su enfoque liberal-libertario, ha puesto en el tapete la viabilidad a largo plazo de sus propuestas, en un escenario de constante debate ideológico y enfrentamientos con diversos sectores de la sociedad.

La llegada de Milei al poder no solo ha alterado la dinámica política interna, sino que también ha generado un impacto significativo en la economía. La promesa de cambios radicales ha encontrado eco en un sector de la población cansado de las fórmulas tradicionales. Sin embargo, la implementación de estas políticas enfrenta el desafío de demostrar su sostenibilidad en medio de una economía que muestra signos de recesión y una inflación que no cesa de aumentar.

La administración actual hereda una economía con desafíos estructurales, donde la recesión y la inflación ya superan el 50%, erosionando el poder adquisitivo de la población y profundizando las desigualdades. La expectativa de una recuperación económica se ve empañada por previsiones que anticipan una caída del PIB de al menos 4% para 2024, lo que pone en duda la efectividad del rumbo adoptado.

La propuesta de dolarización, planteada como una solución a los problemas económicos estructurales, representa un desafío en términos de sostenibilidad. Esta medida, aunque puede ofrecer estabilidad en el corto plazo, conlleva riesgos significativos y requiere de un amplio consenso político y social para su implementación efectiva.

Además, el gobierno enfrenta la tarea de mantener la estabilidad política en un contexto de creciente polarización y descontento social. La estrategia de confrontación adoptada ha generado fricciones no solo con sectores tradicionalmente adversos, como los sindicatos y algunos segmentos de la industria, sino también con actores internacionales, alejando al país de sus socios tradicionales.

Frente a este panorama, surge la necesidad de construir un modelo alternativo que no solo se centre en el cambio de ideas, sino también en la conformación de una nueva dirigencia capaz de ofrecer soluciones reales a los problemas del país. La tarea de los militantes y sectores críticos del modelo actual es proponer una alternativa viable que supere la mera oposición y se enfoque en la construcción de un proyecto inclusivo y sostenible.

La sostenibilidad del modelo propuesto por la actual administración está en el centro del debate. Los desafíos económicos, sociales y políticos que enfrenta requieren de soluciones innovadoras y de un enfoque que trascienda las divisiones ideológicas. La viabilidad a largo plazo de las políticas implementadas dependerá de su capacidad para generar consenso, promover el crecimiento económico y garantizar la inclusión social.

En este contexto, la política y la construcción de consensos se revelan como herramientas fundamentales para superar las adversidades y forjar un futuro más prometedor. La sostenibilidad del modelo no solo es una cuestión económica, sino también social y política, que requiere del compromiso y la participación activa de todos los sectores de la sociedad.